lunes, 23 de diciembre de 2013

EL MIEDO AL RIDÍCULO (1)





EL MIEDO AL RIDÍCULO (1)


Qué se entiende por "Ridículo

“Situación humillante que afecta a una persona y que mueve a risa o burla de los demás por su rareza o extravagancia./ Escaso, corto, de poca estimación./ Extraño, irregular, extravagante./ Nimia y excesivamente delicado/absurdo, falto de lógica”.


Qué es el sentido del ridículo

Cuando crees que los demás observan y analizan tus conductas y palabras y estás Pendiente y preocupado por no hacer algo inconveniente en presencia de otras personas, …eso es tener sentido del ridículo. Cuando tú (o alguna  persona que te acompaña -por aquello de la vergüenza ajena) llevas a cabo un acto inadecuado o extravagante socialmente y piensas que te has puesto evidencia y descubierto en público tus carencias y defectos, …eso también es tener sentido del ridículo. Por tanto, el sentido del ridículo es una tendencia a considerar importante el juicio de las demás personas sobre nuestros comportamientos, creyendo que resultan molestos, inadecuados, fuera de lugar y que pueden ser sometidos a la burla o al desprecio. Y por tanto, deben reprimirse o limitarse. Este tipo de emociones, cuando son exageradas, pueden generar sentimientos de humillación.
 
Existe un caso peculiar que requiere una puntualización. La timidez o la introversión pueden ser una circunstancia más de nuestra personalidad, con la que podemos vivir sin ningún problema, o convertirse en un problema, con excesivo peso y relevancia en nuestras vidas. Todo depende de la intensidad o profundidad. En un 1º grado, puede que simplemente nos cueste abrirnos al hablar con desconocidos, un rasgo que puede formar parte de nuestra identidad y que está dentro de la normalidad. De hecho, la personas tímidas o introvertidas suelen desarrollar una riqueza interior notable; en un 2º grado, podría aislarnos y convertirse en una verdadera barrera para desarrollar nuestra vida social y nuestra personalidad, poniendo en peligro nuestra felicidad. 

Es a este 2º grado al que hay que evitar llegar, …o salir de él cuanto antes, y si es necesario, buscar la ayuda de un profesional.

Por qué se desarrolla en exceso el sentido del ridículo

Un desproporcionado sentido del ridículo se suele asociar con una personalidad insegura, con la timidez, con una sobrevaloración de los convencionalismos y patrones sociales y con una gran sensibilidad frente a los juicios u opiniones de los demás, relacionada frecuentemente con un enorme deseo de gustar y agradar a los demás. También es más frecuente entre las personas que han desarrollado una escasa actividad social o carecen de entrenamiento en habilidades sociales.

En definitiva, se trata de un problema de confianza en un@ mism@. Las personas con un alto sentido del ridículo valoran en exceso la opinión que los demás tienen sobre ellos y necesitan su aprobación, por ello, cuando creen que están siendo enjuiciados negativamente, se sienten humillados y avergonzados.

Las consecuencias de un exagerado sentido del ridículo

Las personas con un exagerado sentido del ridículo temen que los demás se rían de ellos, le dan mucha importancia a sus errores. La sensación de ridículo surge por cualquier insignificancia, normalmente por cosas sin importancia que suelen pasar inadvertidas para los demás, pero que para ellas se convierte en un auténtico sufrimiento.

Un excesivo sentido del ridículo genera ansiedad y estrés, pudiendo desembocar en pánico o ser el origen de una fobia social. Las personas que lo sufren tienden a huir de situaciones que les puedan generar este sentimiento, para protegerse de la angustia que experimentan al enfrentarse a ellas. No las afrontan.

Otra consecuencia es que, al estar encorsetados socialmente, viven con auténtica vergüenza las excentricidades de los demás, sufriendo un profundo sentimiento de vergüenza ajena.

El temor a hacer el ridículo se acentúa durante los momentos previos a una reunión social o un acto en el que estas personas piensan que van a estar sometidas a observación de otras, especialmente si se trata de algo novedoso o poco conocido, ya que entonces se sienten incapaces de prever lo que puede suceder. Conferencias, exámenes orales, recepciones, bodas, etc., pueden convertirse en verdaderas torturas psicológicas y emocionales. Si la persona cree que está haciendo el ridículo, se puede generar tal tensión emocional, que se vea incapaz de soportarlo, se bloquee y paralice o intente la huida. En estas situaciones, las personas están «dispuestas a todo» con tal de salir del estado en que se encuentran, llegando incluso a sufrir ataques de pánico.

Pero el mecanismo psicológico de defensa más común es la Evitación, es decir, evitar a toda costa situaciones que entrañen riesgo de hacer el ridículo. Para ello, se suelen establecer una serie de falsos razonamientos y comportamientos inadecuados, con los que se genera un peligroso "círculo vicioso": la evitación produce una progresiva inhibición, pasividad y aislamiento y el desarrollo de fobias y barreras para la expansión y el crecimiento personal, lo que provoca la pérdida de oportunidades y aumentan la inseguridad, el sentimiento de inferioridad, la ansiedad y la insatisfacción, ...y esto a su vez, tiene como consecuencia el aumento de la sensación de vergüenza y ridículo.  
 
En resumen, el sentido del ridículo nace de la inseguridad y la excesiva valoración de la opinión ajena, que induce a hacer cosas y a comportarse de una forma que realmente no se desea. Dejamos de ser nosotros mismos para adaptarnos a los patrones que la sociedad marca: cómo actuar, cómo vestir, cómo hablar, cómo relacionarnos, etc., 

Por el contrario, la falta absoluta del sentido del ridículo, algo igualmente poco recomendable, puede ser propia de una personalidad psicopática y asocial, en la que suele existir un exagerado desprecio por las normas sociales y una falta de respeto por los demás.

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